Diario de una Salida del País II
En el capítulo anterior me embarcaba (nunca peor usada esta palabra) en un viaje hacia el nuevo mundo (o el mundo, a secas). Aún en el avión me quedaban muchas cosas por aprender, como que por ejemplo, en el baño el papel sanitario no era custodiado por la señora que le das un peso y te da un pedacito mínimo, que alcanza para embarrarse los dedos de mierda más que para limpiarse, o que puedes pedir refresco todas las veces que quieras sin que te digan “papi, el compañero anciano también tiene que tomar”...
Luego de las diez horas más inquietantes de espera se siente una voz, cual voz que te recibe por primera vez en esta tierra diciendo “es niño mamá”, pero esta vez decía “están arribando al Aeropuerto Internacional de Barajas (en verdad dijo el nombre completo pero ni puta idea) gracias por su paciencia”. Yo, que estaba como guajiro que viene por primera vez a La Habana; pero guajiro serio, no guajiro empoderado, yo hablo del que solo tiene losas en la parte del baño y se le meten las gallinas para el cuarto, pues así estaba yo bajando aquellas escaleras, de un Aeropuerto que solamente el baño era del tamaño de la Terminal III del tan idolatrado “José Martí”.
Una telenovela después para lograr descifrar mi camino hacia las maletas y de ahí al recibimiento, llegó este cubano que está aquí, comedor de arroz y huevo, hacedor de la cola del pollo y enjuagador del cuerpo con cubitos de agua, a la República Federativa Del Yuma. Todo esto fue carro-mediante porque el aeropuerto está bien lejos del centro, carro que aprovecho para añadir que teniendo en cuenta los estándares cubanos de carro moderno, aquello era futurista.
En ese viaje en carro sucedió la primera magia, mi hermano me compartió los datos por punto wifi (retuércete ETECSA) y este Yosvani que está aquí, entró por primera vez en YouTube sin que le dolieran los riñones. Yo en verdad no sabía que coño quería ver pero yo quería entrar para decirle a mi móvil; “Viste, viste que tú también puedes”.
Ya en el centro de Madrid yo era una Julia Roberts en Pretty Woman; sin necesidad de comprarme nada, porque el deporte preferido del cubano es mirar y tirar foto para cuando vires decir “Mira hermano habían unos clase de dientes de ajo del tamaño de un dedo y unas naranjas que no te puedo explicar” porque el pobre disfruta con poco.
Llegado el momento soy invitado al todopoderoso Santiago Bernabéu, ahí poco que decir mas que el Latinoamericano no es tan grande como uno pensaba y que la experiencia no es la misma sin la señora que te tira las rositas arriba y te deja el tímpano travieso con la cornetica.
Luego de ese momento llega lo bueno, vamos a comer a un restaurante un poco fisno (no sea tan quisquilloso, fue escrito así para sugerir lugar elegante). Uno de mis choques más fuertes con el Primer Mundo, el menú tenía mas cosas que los clásicos canelones, pizzas, bistec uruguayo crema de queso y lasagna a los que el cubano estamos acostumbrados. En este lugar había Almejas de pupulili a la salsa de magnatupa con hierbas de... mejor lo dejamos ahí que la idea se entiende, en el lugar había comida, pero yo no sabía que coño era...
Un restaurante bello, luces bajas, música de fondo, un camarero todo buenote ahí pa las chachas, una velita en el centro de la mesa y sus servilletas (aquí me enteré que las servilletas vienen gruesas y que en cuba las recortan, que cosas). Yo entre tanto nerviosismo olvidé el detalle de la velita y concentrado como estaba en mi carta menú con nombres italianos comencé a sentir un sospechoso olor a quemado y notaba más iluminación de la normal alrededor de las letras. Cuando subo la mirada veo mi carta en llamas y por primera vez deseé no haber salido de Cuba. ¡Khe berguenza! En Cuba las velas son de bombillito de toda la vida, uno no tiene el reflejo, no lo tiene. Al final me pedí lo de las almejas esas y luego una pizza que para rematar venía sin tomate (no se lo robaban ni nada, es que al parecer la receta es así) y ya el postre se me borró de la memoria con tal bochorno.
Si algo tengo que agregar es que el camarero ni se rió ni nada, eso me llega a pasar a mi en Cuba y salgo en Facebook y en el Paquete; también seguro que me cobraban la carta.
Y pues así cierro la segunda entrada de mis peripecias por el primer mundo, si les gustó háganmelo saber y puedo incluir una tercera parte donde les cuente sobre el piso de cristal de un bar en la última planta de un hotel altísimo y quizá sobre como me perdí en el metro... Bye.
Jajajajajajaja. Tu sae que ma carta la tienes que pagar...🤣🤣🤣
ResponderBorrar🤣🤣🤣🤣🤣
BorrarJajajaajajajajaj eso a un guajiro empoderado no le pasa
ResponderBorrarPero yo ni eso
Borrar🤣🤣🤣🤣
ResponderBorrar♥️
BorrarSaca la 3ra parte🤣
ResponderBorrarHay que trabajar en base a eso
BorrarMen la tercera parte es obligada🤣🤣🤣
ResponderBorrarVamos a ver, tampoco quiero forzarla
BorrarEn la tercera parte no te puede faltar lo del Centro Comercial y que en la cuarta planta tiene todo un Cine en 3d y viste pelis comiendo rositas y tomando soda y dando golpes y gritando como guajiro que ve por primera vez una peli en 3d y contar además que para tu hermano parquear el carro en el sótano parqueo de 3 niveles dio más vueltas que pa llegar al Mall....en fin que tienes contenido hasta pa la 4ta...yo las espero impaciente.😉
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